Debo confesar algo. Me trastornan los gadgets. Teléfonos, reproductores de música, consolas de videojuegos, cámaras fotográficas, lo que sea. Asi que imaginense como me sentí cuando hace unos 6 o 7 meses atrás apareció en mi escritorio un iPod Touch de 64 GB.
Seguramente muchos pensarán que un iPod no es tan buena elección para gastar 300.000 pesos, considerando que si fuera un iPhone podría ADEMÁS llamar por telefono, pero soy de la idea de que los teléfonos son para realizar llamadas telefónicas y los reproductores de música para escuchar música (por redundante que sea, no lo es tanto. Cuantos de ustedes llaman y escuchan musica desde el mismo aparato?). Siendo yo la única en mi casa que rinde culto a la tecnología, fue como tener el Santo Grial de los reproductores de música, mientras que para el resto no era mas que un juguetito caro. Nunca la manzana maldita de Steve Jobs se habia visto tan bonita. Tenerlo en el bolsillo da casi una sensación de poder, hacer una lista de "cosas pendientes" adquiría otro significado. Ya no tenía que "comprar desodorante", tenía que "comprar desodorante", desea desactivar la alarma? desea ubicar la farmacia mas cercana via GPS (adquiera mediante AppStore la aplicación correspondiente)? Me habia convertido en una de ellos. Lo mismo pasó con la BlackBerry. Ahora podía revisar mis correos cadena y las espantosas fotos del carrete del día anterior desde la comodidad de mi celular con teclado qwerty, gracias a mi nuevo plan BlackBerry Profesional. Me sentía como un gerente con su auto del año y un asistente a quien mandar a hacer los encargos, un asistente de nombre BlackBerry. Una hermosa relación florecía entre mis aparatos y yo.
Sin embargo, un día me doy cuenta de que mi iPod se empezaba a ver distinto al resto. Los iPhones también cambiaban. Mas delgados, menos plateados, mejores pantallas, cámara nueva (y no solo una, sino que dos en cada aparato!), y me pregunté en qué minuto todos pasaron por un makeover y yo no estaba mirando. Mi fiel iPod Touch se empezó a ver tosco, viejo, lento, con pocas características. Y en tan solo siete meses dejé de ser "uno de ellos". La disconformidad se notaba en mi cara, ya no habian chispas cada vez que posaba mi dedo sobre la pantalla tactil del aparato, y la BlackBerry también perdió su plusvalía. Ahora cualquiera la conseguía con plan de arriendo por 75.000 pesos.
Al ver mi cara de diez metros, se acerca mi mamá y me pregunta si algo le pasaba a mi iPod, a lo que yo le contesto "parece que ya cumplió su ciclo". Pero cómo, pregunta ella, si hace unos meses todos lo compraban como pan caliente. "Pero este no tiene cámara..." digo yo, desconsolada. "Y eso de la esquina, no es una cámara?" No. No es una cámara. Es una franja inservible negra de plástico recubierto sin ninguna función mas que esconder todos los circuitos del aparato y su obsoleto procesador. Inutil.
Ya quería el divorcio, para poder comprar con mi parte el último iPod Touch y la última BlackBerry. Increíble. Comprar desodorante y revisar correos cadena ya no eran mas que eso: comprar desodorante y revisar correos cadena.
(Cualquier semejanza con la realidad es coincidencia)